Umberto Eco y lo falso. La guerre du faux

Umberto Eco es de los pocos intelectuales vivos que admiro sin reparos. Supongo que lo admiro en parte por respeto a su conocimiento y en parte –y tal vez principalmente– porque desdeña de la impostura, sayo tan caro a los so called intelectuales.

Literariamente hablando, leer El nombre de la rosa y El péndulo de Foucault fueron experiencias de enriquecimiento que perdonan largamente que La misteriosa llama de la reina Loana se haya extinguido a las ciento veinte páginas y caído en el olvido, vaya ironía. Como semiólogo, su Tratado de semiótica general es al mismo tiempo complejo y sólido, respetable, digno de la mayor atención aun para sus detractores. Y sin embargo lo que a mí más me gusta de Eco son sus ensayos, difícilmente clasificables.

Por eso Apocalípticos e integrados. Por eso El superhombre de masas, Entre mentira e ironía y ahora La guerre du faux (la guerra de lo falso), desparejo compendio de publicaciones periodísticas, bastante bien estructurado y con una aclaración del propio Eco a modo de paraguas frente a sus propias contradicciones, inherentes a un investigador que va refinando sus opiniones según pasa el tiempo y cambia el viento.

La recopilación cubre un período de veinte años que comienza en 1963. Entre las fuentes de los artículos se encuentran los famosos Corriere della sera y Espresso (del cual provienen la mayoría de los artículos). De las seis secciones en las que se organiza el libro, mi preferida es Leer las cosas, de la que extraigo fragmentos del artículo Cómo presentar un catálogo de obras de arte.

Este irónico ensayo desarrolla un conjunto de instrucciones destinadas a un prefaciador de catálogos de arte (PCA). La tesis de Eco es que, al contrario que en el mundo de la literatura o el cine, en el que un crítico tiene un impacto mitigado –es decir acotado– sobre el éxito de una obra, en el caso de las exposiciones de arte el PCA puede crear o destruir un artista. Comparto plenamente la tesis de Eco si hablamos de arte moderno y contemporáneo, en el que usualmente toda obra va acompañada de un discurso que la explica, porque, justo es decirlo, esta curiosa epifanía discursiva suele ser más importante que la obra en sí.

Para prefaciar una obra, la motivación que deberá encontrar (sic) un PCA puede ser, según Eco, una de las siguientes:
a. corrupción (poco usual)
b. contrapartida sexual
c. amistad (en los dos versiones: simpatía real e imposibilidad de rechazar)
d. regalo de una obra del artista
e. admiración real del trabajo del artista
f. deseo de asociar su nombre al del artista
g. compartir intereses ideológicos, estéticos, comerciales en el desarrollo de una corriente o de una galería de arte
Decretada esta especie de taxonomía motivacional, Eco considera un caso de estudio hipotético: el pintor Jambonneau que desde hace treinta años pinta fondos ocres con, en el centro, un triángulo isósceles azul cuya base es paralela al borde sur del cuadro, sobre el cual se superpone en transparencia un triángulo escaleno rojo, con una inclinación sudeste en relación a la base del triángulo azul. El PCA deberá tener en cuenta que según el período histórico (entre 1950 y 1980) el artista dio a sus obras los títulos siguientes:
1. Composición
2. Dos más infinito
3. E = mc2
4. ¡No es sino un comienzo!
5. El nombre del Padre
6. A/través
7. Retorno a Kant
Eco opina: "¿Cuáles son las posibilidades (honorables) de intervención para el PCA? Fácil si es poeta: dedica un poema a Jambonneau. Por ejemplo: Como una flecha/(¡Ah!, cruel Zenón)/el impulso/de otro dardo/parasanga trazada/de un cosmos enfermo/de agujeros negros/multicolores. La solución es prestigiosa para el PCA, para Jambonneau, para la galería, para el comprador."

En uno de los los varios estilos de prefacio que presenta, para mi gran placer y estupefacción Eco se lanza en una cruzada pseudo científica cuando propone que un ECA con formación científica podría escribir: "Los triángulos de Jambonneau son grafos. Funciones composicionales de topologías concretas. Nodos. ¿Cómo pasamos de un nodo U a otro nodo? Es necesario, como se sabe, una función F de evaluación, y, si F(U) es inferior o igual a F(V), hay que desarrollar para todo otro nodo V, U, en el sentido en que engendramos nodos derivados de U. Una perfecta función de evaluación satisfará entonces la condición según la cual si F(U) inferior o igual a F(V), entonces d(U,Q) es inferior a d(V,Q), dónde, por supuesto, d(A,B) es la distancia de A a B en el grafo. El arte es matemático. Tal es el mensaje de Jambonneau."

Un tal prefacio estaría perfectamente alineado con el ethos y el pathos del pituto Cantero. Después de leerlo unas quince veces, me convenzo de que es un malabarismo que no está tan lejos de intentar encontrar un camino de distancia mínima entre dos nodos aplicando el principio de optimalidad (que, como se sabe, se cumple si no hay distancias negativas).

Otras proposiciones apelan al Pierre Menard de Borges, a la teoría de las catástrofes de René Thom, a la interpretación política, a la metafísica y a la psicología gestáltica, pasando por Lévi-Strauss, Mao, Sartre, Berkeley y su estúpido esse est percipi, Pollock, la Gioconda... Y todo más o menos en la misma bolsa.

Creo que los dos ejemplos presentados dan el tono del ensayo, que es uno de los tonos posibles del libro. Que Eco se dé el lujo de escribir cosas así me lleva a decir que desdeña de la impostura del clásico intelectual, esas hienas de papel, lo cual, sabiendo que se ha movido principalmente en el ambiente académico, no es poco. Hasta el nombre del supuesto autor es un mal chiste: Jambonneau en la versión francesa, Prosciuttini en la italiana, yo podría haberlo traducido como Jamonetti o Jamonardo.

En cuanto a Cómo presentar un catálogo de obras de arte, luego de una guitarreada muy mastropieresca que corresponde a la última posibilidad del PCA, el artículo, irrisorio, termina de la siguiente manera: "Lo cual establece, más allá del criterio de practicabilidad y eficacia, un criterio de moralidad: basta decir la verdad. Naturalmente hay maneras y maneras."

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Javier CoutoJavier Couto (Montevideo, 1974) es narrador. En 2010 obtuvo una mención de honor por Voces (cuentos) en el XVII Premio Nacional de Narrativa “Narradores de la Banda Oriental”. Su novela Thot fue finalista del Premio Minotauro 2013 (Editorial Planeta). En 2014 obtuvo una mención de honor con su libro de cuentos Del otro lado, en el Concurso Literario Juan Carlos Onetti 2014 y la primera mención en el Concurso Internacional de cuentos Julio Cortázar.

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