Mallea, mamarrachos y afines

Hay ejercicios de comprobación que más que un gesto de rigor son rasgos de un masoquismo imbécil. Uno no necesita ventilar su cabeza gentilmente por las calles de Damasco u Homs para comprobar, un poco a lo San Dionisio de París, que allí hay un problema y que los snipers pagados por la dictadura de al-Assad abundan. 

En términos literarios esto linda el precepto. Nunca tendremos el tiempo necesario para leer todo lo que nos gustaría, por lo que aprender a filtrar es fundamental. A Borges le fastidiaba que Joyce, a quien consideraba o entreveía inteligente y culto, hubiese escrito un ladrillo como el Ulises. Decía del libro, a modo de excusa, que sin haberlo practicado completamente, creía conocerlo: con esa aventurera y legítima certidumbre que hay en nosotros, al afirmar nuestro conocimiento de la ciudad, sin adjudicarnos por ello la intimidad de cuantas calles incluye.

Es seguro que a Mallea lo he leído distraídamente en el Instituto Cervantes o en alguna de las bibliotecas del barrio. Tan distraídamente, por suerte, que no logro recordar nada de él. Por eso, sin tener nada cerca de este prohombre de las letras argentinas (me cortaría las manos antes de ensuciar mi biblioteca con un libro de Mallea), me divierto muchísimo cuando alguien cita alguna de sus metáforas dignas de los snipers de al-Assad.

Hace un tiempo mencionaba uno de estos regüeldos verbales citado por Vargas Llosa en un ensayo sobre Onetti. Mallea, en vez de escribir "encendió la luz", ensayaba una pirueta de antología: trocó la cerrazón en luz eléctrica. Qué estilista. Tiemblan Flaubert, Borges y el tartamudo de la esquina. Realmente formidable. Y ahora que haber terminado el volumen I de las cartas de Cortázar me llevó a releer caprichosamente los tres volúmenes, buscando más que nada las opiniones de Cortázar sobre ciertos contemporáneos (con pocos escritores logro sentirme tan en casa), me encuentro con una carta escrita en Saignon, el 22 de agosto de 1966, destinada a Francisco Porrúa. En un momento Cortázar le transcribe unas frases de Mallea que le envió una amiga argentina.

  • Para averiguar el precio de una cosa (ya comprada, asumo): indagar el monto del dinero dilapidado.
  • De alguien que le gritaba a sus padres se dice: su violencia talmúdica se desperdiciaba ante los progenitores indiferentes.
  • De una gente con chicos que entran a un restaurante: dos o tres señores de familia pareja, oronda, apetente, con sus adultos y sus impúberes

Las frases son retomadas por Cortázar en un texto que, desafortunadamente, no ha perdido vigencia: No hay peor sordo que el que.

Este ejercicio de arqueología o barométrica, según se prefiera, tiene su interés. Porque lo que es divertido no deja de tener su lado oscuro (habría que ver cómo escribiría eso Mallea), cuando me sucede de abrir, indefenso, un libro y toparme con frases de las nuevas camadas de Malleítas de turno. Que existan, ya Gauss lo postulaba. Que los publiquen, probablemente también: a falta de enduido, con algo hay que llenar los huecos. Pero aire, por favor. Antes que leer cosas de ese calibre, la guillotina va mejor, como bien lo pregonaba San Dionisio de París, que así estamos bien, con nuestro oporto y la grisaille, parejos, orondos, apetentes y que nos echen un galgo.

– o O o –
Javier CoutoJavier Couto (Montevideo, 1974) es narrador. En 2010 obtuvo una mención de honor por Voces (cuentos) en el XVII Premio Nacional de Narrativa “Narradores de la Banda Oriental”. Su novela Thot fue finalista del Premio Minotauro 2013 (Editorial Planeta). En 2014 obtuvo una mención de honor con su libro de cuentos Del otro lado, en el Concurso Literario Juan Carlos Onetti 2014 y la primera mención en el Concurso Internacional de cuentos Julio Cortázar.

9 comentarios:

sokon m dijo...

¿Te imaginarás que me dieron ganas de leer a Mallea, no? Es instantáneo: basta que le den palo a alguien para que me ponga de su lado. :-)

Me acuerdo del cuento fastidioso aquel del tipo que atestigua como tres le pegan a uno. Decide intervenir, y cuando lo interpelan por el resultado de su atrevida aventura responde que entre los cuatro le dieron flor de paliza.

En cambio, tres contra dos no está nada mal. :-)

Así, que, aquí vamos. Lo peor que puede pasarme es aprender algo.

1) ¿Cuáles son las hipotesis que Mallea no cumple? Me refiero a su forma de escribir. Porque me imagino que el juicio no se basa en un gusto subjetivo. Si así fuera, quedaría zanjado el tema, porque cualquiera tiene derecho a su propia opinión.

2) ¿Cuáles son las consecuencias de violar esas hipótesis? Me refiero a las teóricas y las prácticas, siendo las teóricas las que en principio podrían ocurrir y las prácticas las que no solamente son una ilustración de aquellas, sino que además ilustren más cosas de las que capturó la teoría.

Podemos empezar usando esos ejemplos, o cualquier cita que prefiera.

Yo encontré una frase de Mallea que me gustó por lo íntima y porque revela un carácter que me es simpático:

"Chaves iba y volvía solo a su casa por los caminos, y protegía aquella soledad como sacra cosa suya, sin que cupiera posibilidad de ser rota, salvo por diez o veinte pasivos pasos hechos al lado de tal o cual fortuito encuentro, escuchándolo. Se negaba deliberadamente a hablar".

Siento que si estuviera en Colonia del Sacramento iría corriendo a la Biblioteca de la Casa de la Cultura a pedir en préstamo un libro de Mallea.

Javier Couto dijo...

Ah, Salvador de la Patria, Quijote vagamente patafísico, pintoresco y karateka, sokón todo sokón, si te agarra la tribu de los psicoanalíticos, pibe, qué festín. Como es de muy mal gusto reinventar la rueda, sabé que mi respuesta está comprendida en el texto mencionado de Cortázar, publicado en La vuelta al día en ochenta mundos, que de seguro se encuentra en Internet. El meollo (si se me permite, y no se vaya a imaginar un juego de palabras maelliano), se resumiría en el párrafo siguiente:

Esto en cuanto a los mamarrachos más inmediatos de la escritura; de sus obras consideradas en su conjunto se deduce una mayor o menor sordera para los elementos eufónicos del idioma, el ritmo parcial y el general, y esta paradoja irritante: a pesar de estar escritas con un idioma siniestramente empobrecido por la incultura y la consiguiente parvedad del vocabulario, casi siempre sobran palabras en cada frase. Decir poco con mucho parece una constante de este tipo de escritor.

Rodia dijo...

http://www.eduardomallea.org/fundacion.html

Javier Couto dijo...

No tire piedras, Rodia, por favor.

sokon m dijo...

Sobre las tribus: entre conductistas defiendo el psicoanálisis, los deseos inconcientes, la hermenéutica; entre psicoalistas defiendo la ciencia. Llamame Sokon the Equalizer, tiquineador. ;-)

A veces, reinventando las cosas pueden aparecer ideas o perspectivas nuevas. Como es este griego que decía que no nos metemos dos veces en el mismo río? Pierre Menard? Mi mente se confunde.

Anoche defendía el verso 'clavo mi remo en el río' solamente porque se consideraba inaceptable. Este caso es distinto, y me alegro de su respuesta: "los elementos eufónicos del idioma, el ritmo parcial y el general" es una respuesta válida y valiosa. Ya mismo voy a buscar el libro ese de Cortázar, que no me vendrá mal leerlo. Y en papel. Todo ese asunto del ritmo me intriga sobremanera.

La agresividad, sin embargo, justificada o no por la obra de Mallea, atenta contra mi sentido del gusto. Inculto y mamarrachiento son dos términos inapropiados para el discurso de un caballero. Yo para mi.

Una última pregunta: le parece que ¿Mallea diría el orinoyo en lugar del meollo?

firma: Sokon el Ecualaiser, tiquineador: siempre el camino más corto al chiste fácil

sokon m dijo...

Aunque a mi Avatar me dejó enfermo y bastante indignado (después de verla estuve con un ataque al hígado que me duró unas semanas). Puedo comprender que exista una justificada indignación cuando el gusto, más, la propia salud se ve afectada por una obra.

Por otro lado, a veces, el que recibe el castigo de parte de una multitud, se lo merece. Pongo como ejemplo a Fuenteovejuna, porque si bien hay otros casos más cercanos es mejor dejarlos para otra ocasión.

¡En este mundo las certezas están tan ausentes!

z dijo...

Pensé que había escrito sobre el Martillo de las Brujas; lo que es la ignorancia.

De todas formas opino: me gustan las frases esas de ese hombre. Me parecen muy interesantes, porque no son lugares comunes, pero sí podrían ser futuros lugares comunes. Cosa que jamás pasará con una frase de Cortázar (de paso le diré que Cortázar me cae peor desde que me contó que era gnoqui en la UNESCO; Cortázar es algo así como Galeano, o los Olimareños).

Cuando leí lo del ladri de Ulises me acordé de Rayuela. Qué Gran Obra.

z dijo...

Pensé que iba a hablar del Martillo de las Brujas; lo que es la ignorancia...

A mí, esas frases me gustan, no son lugares comunes pero son frases que podrían haber llegado a serlo. Eso nunca le va a pasar a Cortázar. Aportar lugares comunes es como agregar ladrillitos de lego nuevos.

Cuando habló del ladrillo de Ulises se me representó Rayuela. Qué Gran Obra.

z dijo...

no sé si queda claro...